Las empresas tampoco están exentas. Proveedores falsos, facturas apócrifas y suplantación de identidad corporativa son prácticas recurrentes en el cierre de año, cuando los procesos administrativos suelen acelerarse. Para muchas organizaciones, una operación fraudulenta en diciembre puede afectar no solo sus finanzas, sino también su reputación y la confianza de clientes y socios comerciales.