En una investigación realizada al alimón con Charleen R. Case y Nicole L. Mead expuso que en la actualidad los líderes dominantes acaparan la información y marginan a los miembros talentosos del grupo.
“Siguen de cerca a los miembros talentosos del grupo para asegurarse de que no se pasen de la raya y evitan que sus subordinados generen lazos sociales entre sí”, comentó.
En contraste, los líderes dominantes quieren controlarlo todo, y el “prestigio tiene que ver con dirigir aquello en lo que se es experto”, expresó Maner.
DE JOBS A TRUMP
En la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump trascendió como un líder dominante, en tanto que Hillary Clinton tuvo un perfil inclinado hacia el prestigio, explicó Maner.
Steve Jobs, Apple, conocido por su estilo impulsivo e inflexible, era un clásico ejemplo de líder dominante, pero Warren Buffett, con un proceder menos enérgico, pertenece a la categoría del prestigio.
El estilo dominante tiene un tono negativo y puede provocar comportamientos dañinos como el acoso (bullying, en inglés). En general, el estilo de prestigio tiende a funcionar mejor en nuestra cultura, comentó.
EN CRISIS, A PONER ORDEN