En este contexto, la limpieza y estructuración de datos —conocida como data cleaning— se convierte en una prioridad estratégica. Esta práctica consiste en identificar, corregir o eliminar información errónea, duplicada o irrelevante para garantizar la calidad de la información que alimenta los sistemas digitales. En términos prácticos, esto implica evitar errores comunes como facturas con un RFC mal capturado, registros duplicados de clientes o archivos contables con incongruencias, factores que afectan la precisión de los reportes financieros y las estrategias comerciales.