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Entrampado: René Delgado

Más allá del afán oficial en dar por echados los cimientos de la pretendida transformación y anunciar el colado de la cimbra del segundo piso, así como de la rimbombante predica opositora llamando a defender la democracia y la división de poderes
Más allá del afán oficial en dar por echados los cimientos de la pretendida transformación y anunciar el colado de la cimbra del segundo piso, así como de la rimbombante predica opositora llamando a defender la democracia y la división de poderes

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA SE ENTRAMPÓ. EL PRIMER DÍA DE SU MANDATO FORMULÓ UNA PROMESA CUYO CUMPLIMIENTO EXIGÍA Y EXIGE ENORME DETERMINACIÓN René Delgado/Sobreaviso El presidente de la República se entrampó. El primer día de su mandato formuló una promesa cuyo cumplimiento exigía y exige enorme determinación y, ahora, tan sólo restan ocho meses … Leer más

EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA SE ENTRAMPÓ. EL PRIMER DÍA DE SU MANDATO FORMULÓ UNA PROMESA CUYO CUMPLIMIENTO EXIGÍA Y EXIGE ENORME DETERMINACIÓN

René Delgado/Sobreaviso

El presidente de la República se entrampó. El primer día de su mandato formuló una promesa cuyo cumplimiento exigía y exige enorme determinación y, ahora, tan sólo restan ocho meses para decidir qué hacer y hacerlo.

Sea cual sea la suerte de ese compromiso adquirido por voluntad propia, el mandatario está impelido a resolver si reivindica a plenitud la vigencia y el respeto a los derechos humanos o si sostiene con un elevado costo político y social la alianza entablada por él con las fuerzas armadas. Menuda disyuntiva.

Presumiendo ser un político sin zigzagueos ni titubeos, de Andrés Manuel López Obrador se espera una respuesta firme y definitiva, así sea repudiar el compromiso. No recurrir a pretextos cuyo fondo revela el ejercicio del no poder. ¿Qué pasó el 26 de septiembre de 2014, aquella noche de Iguala, en la cual desaparecieron los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa?

Más de nueve años han transcurrido de entonces a la fecha y, hoy como ayer, un manto de impunidad extiende la oscuridad de aquella noche terrible. Y, por si algo faltara, a cuatro días de concluir este sexenio, se cumplirán diez años de aquella barbarie. ¿Qué cuentas se van a rendir, al bajar el telón del sexenio?

***

Si bien y con cuanto supone, a nombre del Estado, el mandatario pudo pedir perdón a los familiares de los jóvenes desaparecidos, adoptar la política de punto final y cerrar con dolor ese capítulo negro, Andrés Manuel López Obrador hizo lo contrario: prometió ir al fondo de lo sucedido.

El compromiso 89 de los cien que el mandatario asumió el primero de diciembre de 2018, decía y dice a la letra: “Se investigará a fondo la desaparición de los jóvenes de Ayotzinapa; se conocerá la verdad y se castigará a los responsables.” Y, dos años después, en el reporte sobre el estado de ese compromiso se consignó: “en proceso”. Si hoy se actualizará ese reporte, se consignaría: “en retroceso”.

Podrá argüir el Ejecutivo, como ha empezado a hacerlo, que fue y es víctima de un complot por parte de múltiples actores involucrados en el esclarecimiento de lo sucedido aquel 26 de septiembre, a fin de desprestigiar al Ejército y hacerlo quedar mal a él. Lo cierto, sin embargo, es que él solo se entrampó. No se puede resolver una situación antagónica y salir bien librado de ella: apoyarse en las fuerzas armadas y responsabilizarla de importantes tareas, obras y funciones correspondientes a la administración civil y, en paralelo, investigar si están involucradas en la desaparición forzosa de personas.

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